La civilización del cansancio


En los últimos tiempos la sobrecarga de actividades, la prisa y el estrés se han vuelto un estilo atribucional de la civilización postmoderna, es decir, están de alguna manera valorados como atributos deseables. Parece que quien está más sobrecargado de actividades o va con mayor prisa es más importante o mejor profesional.

Este estilo de vida no recae solamente sobre los adultos sino que también los niños suelen estar muy ocupados, su vida se transforma en una especie de agenda, como consecuencia de la sobrecarga laboral de los padres, y transcurre yendo al colegio, a danza, a piano, a inglés, etc. al punto de que ya no tienen ni cinco minutos para ser niños. 

Me pregunto ¿Cuando se nos olvidó que somos SERES humanos y no HACERES humanos?,  de esta manera nuestra existencia va discurriendo en una serie de tareas laborales y no laborales y ya no queda tiempo para disfrutar de nuestros seres queridos, de nosotros, para simplemente ser....

Socrates dijo "Una vida sin examen, no merece ser vivida", por lo tanto propongo la reflexión crítica acerca de los estilos de vida actuales para proyectarnos una existencia justa, humana, con significado, que nos permita ser y reflexionar acerca de nosotros mismos. Un estilo de vida que nos posibilite dejar a nuestros hijos que jueguen, que se ensucien, que se aburran; un tiempo para mirarnos a los ojos, tocarnos y comenzar a percibirnos de forma diversa.  

 

Sin duda alguna, necesitamos establecer una relación cualitativa y cuantitativamente diferente con el trabajo y la tecnología, a esta última si bien le debemos mucho, es la que ha disuelto la línea que separaba trabajo del ocio, y  los espacios familiares se ven cada vez más bombardeados por cuestiones laborales, etc productoras de una alienación que encapsula y separa la mayor parte del tiempo.

Atendiendo a todas estas particularidades entiendo que no es tarea fácil escapar al estrés de la vida cotidiana puesto que estamos insertos en un sistema que nos mantiene permanentemente ocupados, trabajando en lugares que quizás nos desagradan para conseguir más dinero y así poder comprar cosas que realmente no necesitamos para simpatizar con gente que en el fondo no nos importa.


Toda está prisa nos enceguece, es una huida hacia adelante que nos impide tomar contacto con el AHORA. Nuestra mente siempre se mantiene absorta en el pasado o proyectándose en el futuro, lo cual es un escape al vacío que implica pensarnos y sentirnos a nosotros mismos ahora, en este preciso momento. Puesto que "somos haceres humanos" como ahora no estamos haciendo nada, entonces ¿no somos?......Dejamos pasar la vida delante de nuestros ojos porque no estamos en contacto con el presente sino en un futuro interminable que ofrece gratificaciones que nunca llegan realmente y cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde.

¿Cuánto tiempo ganamos yendo más rápido?, la mayoría de las veces ir deprisa sólo significa sentirse acelerado y quien convive con la prisa lo hace también con la ansiedad y el estrés y en este estilo de vida, los hábitos destructivos comienzan muy pronto.


"Una de las desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo".


Eustres y Distres


 El  estrés es una reacción biológica natural frente a una conmoción profunda la cual puede provenir de un estímulo interno o externo.

Es desde este punto de partida que podemos hablar de:

 

  • Eustrés o estrés correcto, donde se plantea el clásico dilema de lucha o huida codificado en nosotros genéticamente que naturalmente ayuda a responder y superar las demandas del medio. Esta sería la reacción primaria aguda  que implica la puesta en práctica de conductas de afrontamiento funcionales al conflicto que se nos presenta.  
  • Distrés o estrés incorrecto que implica una emoción conflictiva, y una cronificación en la respuesta fisiológica de lucha o huida, constituyendo un sistema de respuesta disfuncional, donde se ponen en práctica conductas de confrontamiento en lugar de afrontamiento.  De esta manera, el distrés se configura como un síndrome de desadaptación al conflicto, es decir, las reacciones naturales de alarma no producen lucha ni huida sino que el sujeto queda inmerso en un estado de tensión e hipervigilancia constantes. 


Distrés el “asesino silencioso”

 

Se le ha llamado así porque insidiosamente va minando el cuerpo con síntomas  aparentemente banales y por lo tanto, frecuentemente ignorados.

Cuando realmente se hacen presentes es signo de que se está ante una enfermedad grave o al borde de la muerte.

El organismo es crónicamente afectado por el distrés, en todas sus funciones vitales: circulación, digestión, alimentación, respiración, catarsis, metabolismo, actividad y reposo llegando a la completa alteración del sistema nervioso, endocrino, de ahí al metabólico y, finalmente, a la quiebra de la homeostasis de todas las funciones orgánicas fisiológicas. Incluso llega a provocar mutaciones genéticas adquiridas.

 

Las súbitas transformaciones económicas, industriales y tecnológicas de las últimas décadas han producido nuevas necesidades y motivaciones en lo social y sencillamente el cuerpo humano no puede asimilar a nivel orgánico el ritmo y la magnitud de estos cambios.

La alienación producida por el disritmo vital que genera el distrés es tal, que cuando se pretende establecer un ritmo natural  (luz natural, reposo nocturno, silencio, etc),  la mente continua acosada, surgiendo un vacío que enferma ya que el descanso de este cuerpo enajenado se produce en el ritmo vertiginoso, intenso y cargado de estímulos de la vida, en la que no hay lugar para la pausa.

Al hombre postmoderno le falta tiempo y este es el porqué de la aceleración, la deformación de la noción de tiempo. En este nuevo tiempo efímero ya no hay lugar para las relaciones sociales, lo cual produce una superficialidad en los vínculos o una anestecia afectiva que paradojalmente contrasta con la tendencia actual a la  hipercomunicación y conexión a través de medios digitales.

Con este cambio se suscita una pérdida de sentido y de amor a la vida, y en medio de este vacío axiológico surgen la ansiedad, angustia, temor y pánico, sentimientos que caracterizan la existencia humana de esta época y hacen emerger el Ataque de Pánico como la patología insignia ya que el miedo a vivir es una constante en todo el trastoque emocional que genera el distrés.

 

 


Cuales son las primeras medidas a tomar......


El tiempo no es un objeto de consumo, es algo que debe saborearse lentamente haciendo posible el disfrute, perdido en la vorágine de que haceres, en los que deviene nuestra existencia.


1) Para poder tomar esta pausa, va a ser necesario establecer prioridades, y esto implica poder preguntarnos sobre nuestras necesidades  y adjudicarles el espacio que merecen, y por lo tanto poder decir que NO,  ya que es muy delgada la línea entre ser servicial y servil.  No es egoísmo dedicarse un momento para sí mismo, ya que de la capacidad de disfrute dependen nuestro bienestar físico y psicológico.


2) También deberíamos organizar las tareas  y poner límites al trabajo, esto nos permite focalizarnos en una cosa a la vez y por lo tanto ser más efectivos en su desempeño, ya que una de las características del estrés es la sensación de desborde psicológico y la incapacidad de manejar con efectividad los diferentes estímulos. A su vez, al establecer límites y horarios generamos nuevos espacios de dispersión, que nos permiten bajar la guardia y generar un descanso genuino posibilitando una distribución equilibrada de las horas entre trabajo y ocio.


3) Utilizar técnicas de relajación, está comprobado científicamente que a partir de la meditación y técnicas de relajación podemos influir en nuestros estados mentales generando cambios favorables para nuestra salud  sin la necesidad de emprender un tratamiento medicamentoso.

La meditación afecta la actividad cerebral, interviniendo sobre el sistema límbico que controla las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. El profesor de psiquiatría clínica de la Universidad de Georgetown, James Gordon, explica: “la respiración lenta y profunda quizás sea la mejor arma de que disponemos contra el estrés. Cuando hacemos entrar aire hasta la parte baja de los pulmones, donde el intercambio gaseoso es más eficiente, todo cambia: el ritmo cardíaco se vuelve más lento, disminuye la presión arterial, los músculos se relajan, cesa la ansiedad y la mente se calma”.


Desde el abordaje EMDR se trabaja con el objetivo de contrarrestar el distrés y encaminarnos a reestablecer el estrés como función natural y normal del cuerpo humano. Se utiliza Mindfulness que es una forma de meditación milenaria que se nutre del budismo zen y la tradición Theravada del sudeste asiático y se podría definir como la presencia plena, reflexiva y contemplativa del ahora, de lo que está ocurriendo en este momento, con mi cuerpo, mis emociones, mis pensamientos y dejándolas ser y fluir conforme fluye el momento presente. Ejercitar la atención plena significa disfrutar contemplativamente lo que acontece dentro de nosotros y a nuestro alrededor, habitar el AHORA.        


Cuando hacemos técnicas de relajación es para orientar un estado de eustrés ya que la relajación es para la acción, el objetivo de las técnicas de relajación es lograr actuar en el mundo sin los efectos negativos del distrés permitiendo un nivel de conciencia que nos permitan ver la vida como una experiencia única y valiosa.