Tratamiento psicoterapéutico 


 

Muchas veces olvidamos cómo ser felices y  desestimamos la felicidad como necesidad , perdiendo prioridad aquello que necesitamos para conseguirla.

La  salud no es sólo ausencia de enfermedad, sino un estado de completo bienestar bio psico social (OMS). No podemos ser felices si no gozamos de buena salud física y psicológica pero tampoco podemos ser saludables si no estamos felices.  Salud y felicidad tienen un vínculo de interdependencia y mutua retroalimentación.                         


La felicidad tiene la capacidad de propagarse, es contagiosa de la misma manera que la tristeza y muchas otras emociones o conductas. Esto se explica neurobiológicamente a través del descubrimiento del científico italiano Giacomo Rizzolatti, que en 1996 descubrió las neuronas espejo, ubicadas en el área motora del cerebro; éstas no sólo se activan al tomar un objeto sino al ver a otra persona hacerlo. El descubrimiento de las neuronas de "empatía" que nos permiten ponernos en el lugar del otro, da cuenta de que el hombre es un ser eminentemente social que aprende conductas y emociones por imitación. 

Por lo tanto podemos postular que la felicidad y la manera de expresar las emociones se trasmite a las generaciones que nos siguen. Ser feliz es una asignatura que se enseña y se aprende. Ser feliz, más que una cuestión de suerte, es una actitud frente a la vida y la responsabilidad de conseguirlo recae sobre nosotros, pero en ocasiones necesitamos ayuda.

 

No existe disciplina que pueda evitar el dolor en el ser humano, ya que la vida muchas veces nos pone desafíos y situaciones que no elegimos ni podemos controlar. Sentir tristeza es a su vez lo que nos permite valorar los momentos de felicidad. Los psicólogos, como agentes de salud podemos trabajar para evitar que el dolor se convierta en padecimiento, ya que la tristeza ante la muerte de un ser querido es inevitable, pero es nuestra decisión si optamos por el camino del padecimiento o el de la aceptación que es en sí mismo salutógeno.



Cortando las cuerdas con EMDR....


Cuento del Elefante Atado (Jorge Bucay)

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"Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. 

 

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la  cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.

 

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?


Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia:


– Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?


No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.


Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.”


Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…


Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.


Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque

¡Cree que no puede!


Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.


Y tú, ¿tienes algo de elefante?"..............




 

 Este cuento nos invita a reflexionar acerca de la impronta que dejan las vivencias en las respuestas que tendrá a futuro una persona; este aprendizaje nos va dejando cogniciones acerca de nosotros mismos y los otros las cuales pueden ser positivas o negativas en términos de salud y adaptabilidad. Lo que suele suceder es que muy pocas veces las cuestionamos y actuamos como si fuesen sentencias irrevocables. 

 

Somos lo que nos dicen que debemos ser los OTROS significativos, como plantea Jacques Lacan, y también lo que no nos dicen. Aprendemos desde nuestra más tierna infancia el modo de expresar las emociones, la manera de enfrentar nuestros conflictos, la forma de relacionarnos con un otro, de dar, pedir y recibir cariño y también la percepción que tenemos acerca de nosotros mismos, la vamos construyendo en un intercambio diádico. 

 

En muchas ocasiones sucede, aún en las familias más funcionales, que las situaciones que vivimos dejan un impacto negativo en nuestra conciencia quedando recuerdos fuera del sistema natural de procesamiento de la información que afectan nuestra autoestima o provocan conductas no deseadas en una o varias áreas de nuestra vida.                                       La mayoría de las personas que vienen a consulta manifiestan la sensación de estar atascadas, atadas a algo que no los deja avanzar o crecer. Ese algo son recuerdos no procesados o "cadenas y estacas" que nos vuelven marionetas al tomar el control de nuestras vidas; la terapia con EMDR ayuda a cortar las cuerdas, olvidar las lecciones que nos ha dado el trauma, las cuales siempre son equivocadas y permitirnos tener el poder de elegir el camino que nos guíe a la felicidad.

 

 Lo que lleva al movimiento de pedir ayuda, a solicitar a un psicólogo,  por lo menos en la mayoría de los casos, son situaciones de crisis en las que el yo parece derrumbarse en su estructura con los acontecimientos vitales. Por supuesto que el tipo de derrumbe va a depender de la fortaleza de los cimientos de esa estructura yoica.

El término "Crisis"se define en el diccionario como aquel evento grave y difícil que pone en peligro la continuidad o desarrollo de un proceso físico, histórico o espiritual.

En chino significa peligro pero también oportunidad, las situaciones de crisis implican riesgo, incertidumbre, movimientos que ponen en jaque toda nuestra existencia y la particular manera que tenemos de afrontar y percibir al mundo que nos rodea.

Pero en tanto implica el quiebre de un sistema previo significa una oportunidad, ¿De qué?, de construir un nuevo sistema sobre el que ha caído, de reelaborar ideas, pensamientos y sentimientos más adaptativos y más sanos.

Muchas veces tendemos a preguntarnos ¿Por qué me esta sucediendo esto a mí?, cuando deberíamos preguntarnos ¿Para qué?, ¿qué me aporta?, ¿qué aprendí?....estas son realidad,  las únicas preguntas productivas que pueden servirnos para seguir adelante y poder reinventarnos.

Como nos aporta la tradición budista: el pasado ya pasó, el futuro aún no ha llegado, todo lo que tenemos es el presente, ese es nuestro campo de acción y desde él podemos trabajar para estar en paz con el pasado y construir un futuro mejor para nosotros y los que nos rodean.

 


Paciente o Cliente?...


Por todo lo expuesto anteriormente desde este abordaje teórico preferimos hablar de cliente. Si hacemos un poco de historia, el término "paciente" nos ha sido heredado del modelo médico hegemónico, al que si bien debemos reconocerle muchos logros, también ha contribuido a cosificar al enfermo. Este es el que padece, el que tiene paciencia, el que toma un estado pasivo para recibir las acciones del agente médico.

Pues, no es así desde nuestra perspectiva, las personas que vienen a consultar tienen un gran protagonismo, puesto que es su cerebro el que dirige la curación; nosotros como terapeutas somos guías que colaboramos para que no se produzcan desviaciones en ese camino, somos "parteros de ideas" como decía Sócrates.

Esta toma de conciencia del poder que guardamos dentro de nosotros es fundamental ya que nos sitúa como protagonistas y responsables del cuidado de nuestra salud. Por lo tanto el cliente es un participante activo del proceso de curación.